Iñaki Urdangarín (con tilde) dijo la semana pasada que ciertas acciones supuestamente encaminadas a involucrar a Juan Carlos de Borbón y a su hija Cristina en el follón en el que anda metido el duque de Palma son espurias, y yo me alegro de que lo haya dicho. Me explico: no tengo la menor intención de hablar aquí del trasfondo de este culebrón judicial; lo que me gusta es que Urdangarín haya empleado la palabra espurio y no el engendro espúreo, al que tanto cariño le profesan muchas personas, incluido algún ilustre gramático. Sigue leyendo
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Adicción a las tildes
Una lectora que se define a sí misma como «adicta a ver las faltas de ortografía» me dio el otro día un tirón de orejas porque leyó el pronombre aquellos sin tilde en la página que Lavadora de textos tiene en Facebook. Con toda su buena intención, esta mujer me regañó amablemente, pues, según sus propias palabras, pensaba que en nuestra Lavadora «cuidaban esto» (o sea, la escritura sin faltas de ortografía). Lo cierto es que sí que cuidamos esto. Tanto lo cuidamos que, guiados por el sentido común y por las recomendaciones ortográficas de los gramáticos, escribimos sin tilde los pronombres este, ese y aquel y también sus femeninos y sus plurales. Hay que tener cuidado con las adicciones –aunque sean figuradas–, porque el síndrome de abstinencia puede llevar a más de uno a buscar la dosis en el sitio equivocado. Sigue leyendo
La carta de Espe
La carta que la presidenta Esperanza Aguirre envió hace unos días a los profesores de la Comunidad de Madrid ha sido motivo de guasa y vacilón en las redes sociales a cuenta de una serie de correcciones ortográficas que sus destinatarios marcaron en rojo chillón para escarnio de la indestructible Espe. La mayoría de los errores cometidos por el asesor de turno al que le tocó redactar la carta (¿o ustedes creen que la escribió la presidenta?) tienen que ver con las tildes, y una de las enmiendas señaladas en el texto ha sido objeto de especial controversia en Internet: los profesores marcaron como error la acentuación gráfica de la palabra cómo en la siguiente frase: «Basta con mirar alrededor o leer la prensa diaria para comprobar cómo los comercios cierran…». Sigue leyendo
Panhispánico
Pretender poner de acuerdo a más de cuatrocientos millones de personas acerca de cómo usar correctamente su lengua común es una empresa imposible, además de un acto de arrogancia por parte de aquel que se atreva a creer que su forma de hablar y de escribir es la única correcta. Aun así, no está de más que todos los hispanohablantes nos dejemos guiar por unas normas que evitan el desbarajuste y hacen posible que la lengua cumpla su función primordial: la comunicación. Sigue leyendo
Una de tildes
Hace un tiempo hablé aquí del libro Tintín en el país de los sóviets –un panfleto anticomunista del que Hergé no se sentía muy orgulloso– y les prometí que algún día explicaría por qué sóviets debe escribirse con tilde a pesar de ser una palabra llana que termina en -s. De entrada les diré que me he permitido la libertad de corregir el título de esta primera aventura del periodista belga, ya que en el libro lo que se lee es soviets, sin tilde. Esto puede deberse a que el traductor desconociera la regla de la que vamos a hablar hoy, o bien a que pronunciase soviets como palabra aguda, lo cual es correcto aunque no muy habitual. En ese caso no lleva tilde a pesar de que acabe en -s. ¿Por qué? Sigue leyendo
Sí cabe duda
Si no lo he dicho antes, lo digo ahora: una de las mejores herramientas del corrector de textos es, según mi experiencia, la capacidad de dudar. Para este oficio son precisas determinadas manías que algunos arrastramos, sin saber muy bien por qué, desde hace una eternidad. Por ejemplo: amar obsesivamente la lengua española, comprender –o intuir– las causas y las consecuencias de algunos de sus caprichos gramaticales, conocer y admirar sus mecanismos ortográficos y, sobre todo, dudar constantemente durante la lectura de un texto y saber dónde encontrar las respuestas para esas dudas. Sigue leyendo
Mayúsculas y tildes (por si quedaba alguna duda)
¿Todavía hay quien crea que las palabras escritas en mayúsculas están exentas de cumplir las reglas de acentuación gráfica? Tengo la impresión de que sí, y probablemente parte de la culpa sea de la Real Academia Española, que hasta hace unos años no le prestó demasiada atención al asunto. También hubo en el pasado razones de carácter técnico –las veremos a continuación– que llevaron a la confusión y casi acabaron por otorgar categoría de norma a lo que nunca lo fue. En todo caso, y por si quedaba alguna duda, la RAE recuerda en su nueva Ortografía de la lengua española lo que ya había dicho en la de 1974: «El empleo de la mayúscula no exime de poner la tilde cuando así lo exijan las reglas de acentuación gráfica». Sigue leyendo
Acabose la tilde de ‘acabóse’
De pequeños nos enseñaron las reglas básicas de la acentuación, que nos parecieron –al menos a mí– sencillas y aceptables. Después empezamos a crecer y vimos que había algunas excepciones. Hacia el bachillerato comprobamos que había muchas excepciones. Y un buen día leímos en una tira de Mafalda: «Esto es el acabóse», con una tilde rarísima pero que resultó ser correcta. ¿O no? Sigue leyendo
