En español hay casi tantas frases hechas como comentarios sobre ellas, sobre su origen y sobre lo correcto o incorrecto de usarlas. Hay guardianes de nuestro idioma que se muestran inflexibles a la hora de condenar por absurdas ciertas locuciones y, sin dar su brazo a torcer, ven cómo la lengua salta sobre ellos a paso vertiginoso mientras se dicen, melancólicos, aquello de «¡dónde iremos a parar!». Otros, por el contrario, caminan con los tiempos y, con naturalidad y argumentos, consideran totalmente aceptables las mismas frases que otros no toleran. Víctima y protegida de unos y de otros es la expresión a punta de pistola, que los puristas rechazan porque, dicen, una pistola no tiene punta. ¿Y qué? Tampoco le damos un pie a nadie cuando decimos dar pie. Sigue leyendo
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‘Sexy’ es una palabra sexi
No me digan ustedes que la palabra sexy no llama la atención. ¿Será por esa equis? ¿O será porque todo lo que tenga que ver con el sexo nos resulta interesante? Yo creo que sí, que es por esto último. Sea como sea, lo cierto es que en cuanto nuestros ojos la ven, nos lanzamos a leer el resto de la frase en la que aparece. Cómo somos… Los personajes del genial humorista y escritor canario Juan Luis Calero lo dirían así: «¡Oiga! ¡Hay que ver lo que es el cerebro humano de las personas!». Sí, sexy nos resulta una palabra atractiva y nos hace pensar en sexo, así que podríamos decir que es sexi. Pero sexi con i latina, que conste. Sigue leyendo
Los sónares desorientan a la Academia
Los periódicos de Canarias publicaron hoy una noticia maravillosa: nueve años después de que el Gobierno español prohibiera el uso de sónares para maniobras militares en aguas de estas islas, los varamientos masivos de cetáceos han pasado a la historia. La información apareció en varios diarios, que se mostraron unánimes en cuanto al acierto de darles la jubilación a estos aparatos de detección submarina, que desorientan a las ballenas y a otros mamíferos. Donde se esfumó la unanimidad fue en el criterio a la hora de ponerle tilde o no a la palabra sónar, pero no es de extrañar: la Real Academia Española ha dado tantos tumbos con esta voz que uno ya no sabe cómo escribirla. Sigue leyendo
Miscelánea galáctica
Siempre me han fascinado las personas que inventan palabras a tutiplén y las emplean con naturalidad y, por lo general, para arrancar una carcajada a quienes las escuchan. Eso me ocurre con los locos manchegos del programa español Muchachada nui (un nido de extraordinarios cómicos que –muerto ya ese espacio televisivo– se han desparramado por los diferentes canales de nuestro país) y con el genial humorista Forges, quien hace años escribía esto en una viñeta: «Tiene escaporniado el firdulasto de la percutoria». Tal sarta de disparates la decía un supuesto mecánico que reparaba el cañón de un militar, y este le respondía: «Vaya, y yo que tenía desembarco esta tarde». Cuando yo era un pibe de 14 años, Forges también me enseñó una palabra que ya existía, aunque yo pensé al leerla que era de su cosecha: miscelánea. Sigue leyendo
‘Cualquiera’ no es una palabra cualquiera
Hay palabras que resultan tremendamente simples y que no tienen ningún misterio: mesa es un sustantivo femenino, significa lo que todos sabemos que significa (aunque en realidad tiene muchas acepciones) y su plural se forma añadiendo una -s. Otras, por el contrario, me parecen fascinantes por la cantidad de secretos que esconden. Una de ellas es cualquiera. ¿Ustedes podrían definirla sin tener que recurrir a un diccionario? Tarea difícil… A esto se suman otras singularidades: se trata de un adjetivo –y pronombre– que ha dado lugar a un sustantivo, su plural es curiosísimo, puede disminuir de tamaño gracias a la magia de la apócope y a veces, sin darnos cuenta, la empleamos mal por influencia del inglés. ¿Les parece poco encanto? Sigue leyendo
¿Se puede cosechar una derrota?
Más de una vez he sido cruel en este blog con los periodistas –con los malos y con los regulares– por sus temeridades lingüísticas, algunas de las cuales son para tirarse de los pelos. Eso no quiere decir que crea que este gremio, al cual yo también pertenezco, tenga por costumbre maltratar nuestro idioma. En absoluto. Conozco a excelentes periodistas que se toman muy en serio eso que he dicho yo aquí en más de una ocasión: la lengua es nuestra herramienta fundamental. Uno de esos excelentes profesionales es Carlos García, un redactor de deportes –lo suyo es sobre todo el baloncesto– que el otro día me preguntó si consideraba aceptable la expresión cosechar una derrota. La respuesta es que se trata, en efecto, de una incorrección, pero no por los motivos que él argumentaba. Sigue leyendo
Mayúsculas y minúsculas navideñas
Según la tradición cristiana, Jesús de Nazaret nació en un pueblo llamado Belén, situado en la actual Cisjordania. Aquel niño debió de armar un buen cirio cuando se hizo mayor, porque dos milenios después todavía nos acordamos de él y celebramos con fiestas bien dispares tanto su nacimiento como su muerte. Hoy nos detendremos en su nacimiento, o sea, en su natividad, o sea, en la Navidad. No hablaremos aquí de las incongruencias de la Iglesia a la hora de establecer su calendario de festividades –todos sabemos que la Navidad no es más que un retoque de la celebración pagana del solsticio de invierno, pero esa es otra historia–; simplemente trataremos de poner un poco de orden en el uso de las mayúsculas y minúsculas iniciales a la hora de escribir palabras que tienen que ver con estas fiestas. Sigue leyendo
¿‘Preveer’?: pasapalabra
Un concursante del programa televisivo Pasapalabra perdió la semana pasada la posibilidad de optar a un bote astronómico por culpa, entre otras cosas, de una letra e de más. El presentador del espacio, el simpático Christian Gálvez, pedía el término que corresponde a la definición ‘percatarse por anticipado de alguna cosa que va a ocurrir’ y el jugador dijo preveer, pero la respuesta correcta era prever. El propio Gálvez consoló al concursante diciéndole que se trata de un error muy común, y tenía toda la razón. Sigue leyendo
¿Se puede adolecer de comprensión?
Hace más de un año hablábamos aquí de la palabra tema, un sustantivo cuyo uso incorrecto lo ha llevado a ocupar un lugar de honor en todo libro de estilo y diccionario de dudas que se precie. Algo parecido ocurre con el verbo adolecer, al que muchísimos hispanohablantes le dan el significado de ‘carecer’, cuando en realidad quiere decir otra cosa. Acabo de mirar siete de los manuales que suelo consultar a diario y en los siete se habla de este asunto. Todos coinciden: adolecer significa ‘tener o padecer algún defecto’ y no se debe emplear con el sentido señalado más arriba. Sigue leyendo
María Moliner y yo
Aquellos de ustedes que sean un poco maniáticos, como yo, tal vez se habrán percatado de que últimamente cito a menudo en mis artículos a María Moliner y su celebérrimo Diccionario de uso del español (Gredos). Antes también lo hacía, pero menos, y todo tiene una explicación: hasta hace unos meses yo no tenía a mano ese diccionario, y para consultarlo hacía cosas tan extravagantes como llamar por teléfono a un amigo o entrar en una librería para resolver a escondidas mis dudas. Así de complicada era mi relación con María, y no me gustaban esos encuentros a hurtadillas ni nuestras breves conversaciones telefónicas: lo que yo quería era que viniera a mi casa. Por eso no me quedó más remedio que soltar una pasta gansa para tenerla siempre cerca, sin intermediarios. Sigue leyendo



