Más de una vez he sido cruel en este blog con los periodistas –con los malos y con los regulares– por sus temeridades lingüísticas, algunas de las cuales son para tirarse de los pelos. Eso no quiere decir que crea que este gremio, al cual yo también pertenezco, tenga por costumbre maltratar nuestro idioma. En absoluto. Conozco a excelentes periodistas que se toman muy en serio eso que he dicho yo aquí en más de una ocasión: la lengua es nuestra herramienta fundamental. Uno de esos excelentes profesionales es Carlos García, un redactor de deportes –lo suyo es sobre todo el baloncesto– que el otro día me preguntó si consideraba aceptable la expresión cosechar una derrota. La respuesta es que se trata, en efecto, de una incorrección, pero no por los motivos que él argumentaba. Sigue leyendo
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Miles de puntos desperdiciados
Alguna que otra vez he hablado aquí de La Unión de Correctores (UniCo), una asociación de la que formo parte1 y cuyos fines son, entre otros muchos, promocionar nuestro oficio e informarnos sobre nuevos recursos con los que seguir aprendiendo. UniCo también dispone de un grupo de Google –una suerte de asamblea a golpe de correo electrónico– en el que los socios nos ayudamos mutuamente a resolver todo tipo de dudas. No les diré cuál es el importe de la cuota anual que pago a UniCo, pero les aseguro que el incesante caudal de conocimientos que recibo a diario de ese grupo de consulta la amortiza con creces. Sigue leyendo
Un año y un día: año dos
Quienes leen habitualmente este blog saben que una de mis fuentes preferidas para resolver todo tipo de dudas es la sabiduría del lexicógrafo José Martínez de Sousa, a la que recurro a diario en busca de respuestas con las que estrechar mi ignorancia en asuntos lingüísticos. Hasta hace poco Sousa era para mí nada más –y nada menos– que el admirado, invisible y remoto autor de varios manuales de consulta que manoseo a todas horas, pero la semana pasada tuve el inesperado honor de mantener con él una conversación telefónica, larga y divertida, que me ha servido no solo para poner voz a los cientos de consejos que he leído en sus libros, sino también para reiterar lo que en su día dije aquí sobre este gallego genial: grandeza y sencillez son dos virtudes que rara vez caminan separadas. Sigue leyendo
Navidades y vacaciones, dos plurales fantásticos
La Navidad me parece una época del año fantástica porque, aunque mucha gente despotrique de ella, que levante la mano aquel a quien no le guste reencontrarse con amigos y familiares, beber y comer más de la cuenta y dar y recibir regalos. Y si a eso le sumamos que estos días suelen ser tiempo de vacaciones, el panorama me resulta ideal. Por cierto, una amiga periodista me preguntó el otro día si la palabra vacaciones tiene singular y, aunque la respuesta a su consulta la encontré rápidamente en el diccionario, al instante me asaltaron otras dudas en relación con los plurales de navidad y, como buen canario, de carnaval. Sigue leyendo
Una de tildes
Hace un tiempo hablé aquí del libro Tintín en el país de los sóviets –un panfleto anticomunista del que Hergé no se sentía muy orgulloso– y les prometí que algún día explicaría por qué sóviets debe escribirse con tilde a pesar de ser una palabra llana que termina en -s. De entrada les diré que me he permitido la libertad de corregir el título de esta primera aventura del periodista belga, ya que en el libro lo que se lee es soviets, sin tilde. Esto puede deberse a que el traductor desconociera la regla de la que vamos a hablar hoy, o bien a que pronunciase soviets como palabra aguda, lo cual es correcto aunque no muy habitual. En ese caso no lleva tilde a pesar de que acabe en -s. ¿Por qué? Sigue leyendo
Barras de bar, vertederos de amor
Me vino casualmente a la memoria el verso de El Último de la Fila que leen arriba porque me han hecho dos consultas lingüísticas, a cuál más curiosa, sobre un par de asuntos que, aunque no tienen nada que ver con la canción Insurrección, están –de manera muy remota– relacionados con ella. Vamos a hablar de una barra, pero no es la de un bar, sino un signo (/). Y vamos a hablar de dolor, pero no del que desparraman los enamorados despechados entre copa y copa, sino de la forma pronominal del verbo doler. Sigue leyendo
Todas las personas son humanas (aunque unas más que otras)
Hace la friolera de dieciséis años entrevisté para un periódico a un cantante. En la conversación me contó el muchacho sus proyectos artísticos y su intención de dar a conocer al público su lado más íntimo como «persona humana». No pude eliminar esa expresión, dado que se trataba de una entrevista, pero la escribí en cursiva. Años después sigo escuchando y leyendo esa tremenda redundancia, que gana adeptos cada día, y me hago una pregunta: ¿es que hay personas que no sean humanas? Según el diccionario de la Real Academia Española, no. Una persona es, simplemente, un ‘individuo de la especie humana’. Sigue leyendo
El idioma, la modernez y toda la pesca
Cuando éramos preadolescentes, mis amigos del cole y yo nos lo pasábamos bomba buscando en el diccionario palabras cochinas como culo, teta o pedo. Cosas de la edad. Ahora que soy bastante mayorcito pienso en las risas que habría echado si en aquella época hubiera tenido entre mis manos el Diccionario fraseológico documentado del español actual (Aguilar). Que no les confunda un título tan serio: el libro recoge las locuciones más cachondas y extravagantes que se puedan imaginar, y además me ha aclarado que están equivocados quienes piensan que expresiones como y toda la pesca o comer el tarro se las acaba de inventar la peña moderna y tal. Sigue leyendo
¿Dónde va el punto?
La ortografía, la ortotipografía y todas aquellas normas, disciplinas, técnicas y oficios encaminados a que la escritura cumpla lo mejor posible su función comunicadora son a veces campo de batalla para discusiones profundas sobre cuestiones aparentemente simples. Algunas de ellas se convierten en debates interminables que continúan incluso cuando uno de los contendientes –por lo general la Real Academia Española– cree haber cortado por lo sano a golpe de decreto. Sigue leyendo
Acabose la tilde de ‘acabóse’
De pequeños nos enseñaron las reglas básicas de la acentuación, que nos parecieron –al menos a mí– sencillas y aceptables. Después empezamos a crecer y vimos que había algunas excepciones. Hacia el bachillerato comprobamos que había muchas excepciones. Y un buen día leímos en una tira de Mafalda: «Esto es el acabóse», con una tilde rarísima pero que resultó ser correcta. ¿O no? Sigue leyendo
