Hay comas impepinables

En cierta ocasión dije aquí que las comas son muy suyas, muy bohemias, y a veces aterrizan en el sitio menos esperado. Efectivamente, la Real Academia Española reconoce que este signo de puntuación es el que más dudas plantea. Sin embargo, hay comas que son impepinables (o sea, que no admiten discusión, según la definición que da la RAE de la palabra impepinable). Así, igual que es incorrecto escribir este pequeño y gracioso trazo entre el sujeto y el verbo –‘Juan, tiene un coche’–, también lo es prescindir de él cuando un sustantivo (o un grupo nominal o un pronombre) funciona como vocativo. Dicho así puede que no lo entiendan, pero estoy seguro de que algunos de ustedes han cometido ese error más de una vez. Sigue leyendo

¿Feliz 2.013?

No he escrito este título entre signos de interrogación porque crea que el año que empieza mañana vaya a ser portador de infelicidad –aunque estoy seguro de que será bastante duro para muchísimas personas–, sino porque quiero recordarles que es incorrecto emplear un punto para separar los millares en los números. Y no solo cuando se usan para referirse a un año, sino siempre. Ya he comentado esto aquí en otra ocasión, pero no está de más volverlo a decir hoy. Además, aprovecharé para hablar sobre la escritura de las fechas, con días y meses incluidos. Eso también ha sido tratado en este blog, pero es que no quería despedirme de 2012 sin publicar un último artículo, así que se fastidian. Sigue leyendo

¿Se puede cosechar una derrota?

Más de una vez he sido cruel en este blog con los periodistas –con los malos y con los regulares– por sus temeridades lingüísticas, algunas de las cuales son para tirarse de los pelos. Eso no quiere decir que crea que este gremio, al cual yo también pertenezco, tenga por costumbre maltratar nuestro idioma. En absoluto. Conozco a excelentes periodistas que se toman muy en serio eso que he dicho yo aquí en más de una ocasión: la lengua es nuestra herramienta fundamental. Uno de esos excelentes profesionales es Carlos García, un redactor de deportes –lo suyo es sobre todo el baloncesto– que el otro día me preguntó si consideraba aceptable la expresión cosechar una derrota. La respuesta es que se trata, en efecto, de una incorrección, pero no por los motivos que él argumentaba. Sigue leyendo

Una lengua imparable

Viñeta de Sergio Langer.

La lengua española es como la Luna: parece estar casi quieta, pero en realidad se mueve a una velocidad vertiginosa, y esa velocidad la decidimos los hispanohablantes, no las academias ni los gramáticos. «¡Cuántos modos de hablar que a […] Jovellanos hubieran escandalizado son hoy usados con toda tranquilidad por los escritores más apreciados!», decía hace unos años el gran maestro Manuel Seco. Realmente no hay que dar un salto tan grande en el tiempo: si Fernando Lázaro Carreter llega a saber hace dos décadas que la Real Academia Española, de la que él fue director, acabaría por acoger de buen grado el empleo del verbo incautar como transitivo, se tira por un puente. Sigue leyendo

Un año de papel

Mañana, día 15 de diciembre, se cumple un año del nacimiento del libro Lavadora de textos, una aventura en la que me vi metido casi sin darme cuenta, pero que valió la pena porque me ha reportado pingües beneficios. Beneficios emocionales, se sobrentiende; del resultado económico mejor hablamos en otro momento. Dice la Real Academia Española que beneficio es ‘bien que se hace o se recibe’. Ignoro si todos los lectores de mi libro han obtenido algún bien –en forma de conocimiento, resolución de dudas o entretenimiento–, pero les puedo asegurar que, como dice el anuncio de no sé qué tarjeta de crédito, a mí me ha dado cosas que el dinero no puede comprar. Cosas tan simples como que un amigo enviara a mi teléfono una foto de un jubilado esperando su turno en su centro de salud mientras leía un ejemplar de Lavadora de textos. Sigue leyendo

Mayúsculas y minúsculas navideñas

Según la tradición cristiana, Jesús de Nazaret nació en un pueblo llamado Belén, situado en la actual Cisjordania. Aquel niño debió de armar un buen cirio cuando se hizo mayor, porque dos milenios después todavía nos acordamos de él y celebramos con fiestas bien dispares tanto su nacimiento como su muerte. Hoy nos detendremos en su nacimiento, o sea, en su natividad, o sea, en la Navidad. No hablaremos aquí de las incongruencias de la Iglesia a la hora de establecer su calendario de festividades –todos sabemos que la Navidad no es más que un retoque de la celebración pagana del solsticio de invierno, pero esa es otra historia–; simplemente trataremos de poner un poco de orden en el uso de las mayúsculas y minúsculas iniciales a la hora de escribir palabras que tienen que ver con estas fiestas. Sigue leyendo

¿‘Preveer’?: pasapalabra

Un concursante del programa televisivo Pasapalabra perdió la semana pasada la posibilidad de optar a un bote astronómico por culpa, entre otras cosas, de una letra e de más. El presentador del espacio, el simpático Christian Gálvez, pedía el término que corresponde a la definición ‘percatarse por anticipado de alguna cosa que va a ocurrir’ y el jugador dijo preveer, pero la respuesta correcta era prever. El propio Gálvez consoló al concursante diciéndole que se trata de un error muy común, y tenía toda la razón. Sigue leyendo

Como decíamos ayer…

Cuentan que cuando fray Luis de León se reincorporó a su cátedra después de pasar unos años en las mazmorras de la Inquisición, comenzó su clase con las mismas palabras que dan título a este artículo. Yo me permito hoy la libertad de plagiar al gran escritor español, aunque ni mi ausencia ha sido tan larga como la suya ni en este blog se ha pretendido nunca sentar cátedra. Tampoco he estado estos silenciosos cuatro meses en una prisión –ni de parranda ni tocándome… las narices, que conste–, pero valga la célebre frase del maestro para que el blog Lavadora de textos1 vuelva a la carga sin más y, de paso, para hablar un poco sobre los puntos suspensivos. Sigue leyendo

Manías muy nuestras que suenan a chino

Como muchos de ustedes sabrán, el blog que tienen ahora mismo delante está vinculado a una página de Facebook en la que cualquier miembro de esta comunidad de lavadores de textos puede participar con sugerencias, discrepancias y preguntas. Tenía yo pendiente hablar de dos asuntos que fueron comentados en su día en esa página, y no me he olvidado. Me estoy refiriendo al denominado «infinitivo introductor» y al uso de la palabra mismo con función anafórica. Esto les puede sonar a chino, pero sigan leyendo, que explicaremos estas dos feas manías en los párrafos siguientes y verán que las reconocen de inmediato. Sigue leyendo

La indiscutible gravedad del sexo

Ya que hablar de sexo puede resultar a veces un pelín complicado, no compliquemos más las cosas: ¿por qué a tanta gente le da por decir y escribir líbido para referirse al deseo sexual, cuando lo correcto es libido? La manía de pronunciar como esdrújula esta palabra grave es propia incluso de hablantes cultos, muchos de los cuales osan discutir sin reparos (y sin argumentos) sobre la cuestión y se atreven a dudar de aquel que trata de corregirlos. Según los expertos en asuntos de la lengua, el error se debe a que este sustantivo nos recuerda a lívido, que quiere decir ‘amoratado’. Lo cierto es que, aunque ambas voces suenan casi igual, yo no encuentro ninguna relación entre el deseo sexual y el color morado, a no ser que estemos hablando de las consecuencias de la libido de un masoquista… Sigue leyendo