Soneto lingüístico número 20
El más excelso y rígido escribiente
comete a veces ínfimos deslices
–en fin, también enormes, ¡qué narices!–;
si alguno lo negara es porque miente. Sigue leyendo
El más excelso y rígido escribiente
comete a veces ínfimos deslices
–en fin, también enormes, ¡qué narices!–;
si alguno lo negara es porque miente. Sigue leyendo
En Twitter, la comunidad más turbia
en lo que atañe a buena ortografía,
hay una puerta –al lado está la mía–
en la que vive mi vecina rubia. Sigue leyendo
Mi amigo sentenció, tras raudo juicio,
que vio un error brutal mientras leía:
«¡Guion sin tilde!», no se lo creía,
pues era yo el autor del estropicio. Sigue leyendo
Propone mi Gobierno una medida
que nace de muy buenas intenciones
mas choca de inmediato con razones
que impiden que la idea cobre vida. Sigue leyendo
Un joven periodista, nada humilde,
se atreve a confesarme su ignorancia
al afirmar con brío y arrogancia
que la palabra joven lleva tilde. Sigue leyendo
Un cliente moroso que no es plebe
se ofende falsamente, como un amo,
porque en la plaza pública reclamo
que pague de una vez lo que me debe. Sigue leyendo
La tilde diacrítica es invento
para diferenciar voces parejas:
si es átona palabra, así la dejas;
si es tónica la otra, lleva acento. Sigue leyendo
Él es el cosmonauta del lenguaje;
viajó hasta las galaxias más remotas
y en todas sus misiones tomó notas
del hispánico espacio y su engranaje. Sigue leyendo
La coma es ese simple garabato
que da cien mil problemas por bohemio;
la llaman «doña Anárquica» en mi gremio
y es ácrata y rebelde como un gato. Sigue leyendo
En Twitter, una dama con cultura
afirma que jamás de los jamases
podremos encontrar entre sus frases
errores o gazapos de escritura. Sigue leyendo