Soneto lingüístico número 15
Un cliente moroso que no es plebe
se ofende falsamente, como un amo,
porque en la plaza pública reclamo
que pague de una vez lo que me debe. Sigue leyendo
Un cliente moroso que no es plebe
se ofende falsamente, como un amo,
porque en la plaza pública reclamo
que pague de una vez lo que me debe. Sigue leyendo
La tilde diacrítica es invento
para diferenciar voces parejas:
si es átona palabra, así la dejas;
si es tónica la otra, lleva acento. Sigue leyendo
Él es el cosmonauta del lenguaje;
viajó hasta las galaxias más remotas
y en todas sus misiones tomó notas
del hispánico espacio y su engranaje. Sigue leyendo
La coma es ese simple garabato
que da cien mil problemas por bohemio;
la llaman «doña Anárquica» en mi gremio
y es ácrata y rebelde como un gato. Sigue leyendo
En Twitter, una dama con cultura
afirma que jamás de los jamases
podremos encontrar entre sus frases
errores o gazapos de escritura. Sigue leyendo
En este blog ya hemos explicado varias veces por qué no debemos escribir con tilde el adverbio solo. Lo hemos hecho en prosa y en verso, y también tenemos un vídeo en el que exponemos las razones de índole tonal que hacen de esa tilde diacrítica un disparate. Lamentablemente, la respuesta que nos dan aquellos que siguen defendiendo tan absurdo y anticuado uso siempre es la misma: argumentan estas personas que la tilde es imprescindible para romper la ambigüedad en frases como ‘Trabaja solo por la tarde’. Sigue leyendo
Es bella y elegante la cursiva,
mas siempre le sucede a lo elegante
que deja al fin de serlo en el instante
en el que su presencia es excesiva. Sigue leyendo
La tilde vil que en solo alguno escribe
responde a un derogado mandamiento
que debes desterrar, y no te miento,
por más que queda aún quien lo prescribe. Sigue leyendo
Andaba yo escribiendo mis sonetos,
feliz, sin mencionar fuerte y audible
a Pepe Sousa, un hombre imprescindible;
fue solo un gran despiste, lo prometo. Sigue leyendo
Tuvimos los canari
os hace años
complejo de hablar mal, sin elegancia;
llorábamos estar a cruel distancia
del verbo de Castilla, ¡vaya engaño! Sigue leyendo