Hablaba el otro día de las palabras inventadas, de lo necesarias que resultan a veces y de la importancia de inventarlas bien. Venía el asunto a cuento por un término que últimamente usan mucho los políticos y los periodistas canarios: archipielágico, para el que propuse, en un artículo anterior de este blog, el más correcto archipelágico. Sigue leyendo
Las palabras hay que inventarlas bien
Si una palabra no existe pero pide a gritos que la inventen, inventémosla. La lengua nos lo agradecerá. Si tiene éxito, tarde o temprano aparecerá en el diccionario de la Real Academia Española. Pero puestos a inventar, hagámoslo bien. Sigue leyendo
Errar es humano, afortunadamente
Sí, errar es humano. Por eso a veces no entran los penaltis, por eso la gente pide perdón y por eso los libros –todos los libros– tienen erratas. Ese «afortunadamente» viene a cuento por varias razones. La primera es la torpe y divertida naturaleza de lo humano: si no falláramos nunca, seríamos dioses o máquinas –un aburrimiento– y no existirían palabras como mejorar, arreglar, enmendar, corregir, parchear, estropear o limpiar. Y tampoco lavar (‘purificar, quitar un defecto, mancha o descrédito’, según la Real Academia Española). Sigue leyendo

