‘Cualquiera’ no es una palabra cualquiera

Clara, personaje de la revista ‘El Jueves’. Dibujo de Jordi Bernet.

Hay palabras que resultan tremendamente simples y que no tienen ningún misterio: mesa es un sustantivo femenino, significa lo que todos sabemos que significa (aunque en realidad tiene muchas acepciones) y su plural se forma añadiendo una -s. Otras, por el contrario, me parecen fascinantes por la cantidad de secretos que esconden. Una de ellas es cualquiera. ¿Ustedes podrían definirla sin tener que recurrir a un diccionario? Tarea difícil… A esto se suman otras singularidades: se trata de un adjetivo –y pronombre– que ha dado lugar a un sustantivo, su plural es curiosísimo, puede disminuir de tamaño gracias a la magia de la apócope y a veces, sin darnos cuenta, la empleamos mal por influencia del inglés. ¿Les parece poco encanto?

Los diccionarios definen la voz cualquiera de diversas formas. El de la Real Academia Española indica que se trata de un adjetivo y pronombre indefinido que quiere decir ‘uno u otro, sea el que sea’ y ‘una persona o cosa indeterminada’1 y el Diccionario de uso del español (Gredos), de María Moliner, señala que «se aplica a una cosa o una persona indeterminada o indiferente en su género». El María Moliner la disecciona con mimo y nos descubre otros usos, como el que expresa esperanza, temor o seguridad (‘Cualquier día aparecerá en tu casa’) y el que sugiere duda (‘¡Cualquiera arregla eso!’. Aquí está funcionando como pronombre). Pero la descripción que más me gusta es la que da Manuel Seco en su Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española (Espasa): «Expresa la indistinción de una o varias cosas dentro de la serie, la idéntica manera de actuar el sujeto frente a unas y otras».

En la oración ‘Para arreglar la bici me sirve un lugar cualquiera’ estoy expresando que ese lugar forma parte de una lista de lugares que no presentan diferencias como emplazamiento adecuado para arreglar la bici. También podría decir ‘Para arreglar la bici me sirve cualquier lugar’. Al darle este meneo a la oración, no solo he eliminado el artículo un, sino que le he quitado la -a final a cualquiera, o sea, la he apocopado. ¿Por qué? Porque así es como se hace cuando este adjetivo va «antepuesto al sustantivo, tanto si este es masculino como femenino», señala el Diccionario panhispánico de dudas, de la RAE. También se recurre a la apócope cuando antes del sustantivo se cuela otro adjetivo: ‘Para arreglar la bici me sirve cualquier simple lugar’.

Ya sea como adjetivo o como pronombre, esta encantadora palabra carece de variación de género. Por eso decimos ‘Un pueblo cualquiera’, ‘Una casa cualquiera’, ‘Cualquier hombre’ y ‘Cualquier mujer’. No obstante, el Panhispánico aclara que en el español de Chile se emplea cualquiera, sin apocopar, ante sustantivos femeninos: ‘Cualquiera casa’, como si esa -a estuviera marcando el género. Rarezas del idioma…

Y ahora vamos con el plural. Como ustedes supondrán, esta voz es una combinación de cual y la forma verbal quiera, y esa es la razón por la que la variación de número no la hacemos añadiendo -s al final –cualquieras–, sino -es al pronombre cual: cualesquiera (lo mismo ocurre con la forma apocopada: cualesquier, aunque en la actualidad casi no se usa). Muchos de nosotros nos olvidamos a veces de ese plural y escribimos cosas como esta que cita Seco en su diccionario: «Cualquiera que fueran los hechos…». El error lo cometió Ramón J. Sender en su famosa Crónica del alba. Lo correcto aquí es ‘Cualesquiera que fueran los hechos…’.

Por el contrario, algunos creen que usando el plural donde va el singular su oración queda más elegante, aunque en realidad al hacerlo están dándole una bofetada a nuestra lengua: ‘No me importa tu problema, cualesquiera que sea’. Me pasé once años corrigiéndole este error a un columnista de un periódico de Tenerife y, aunque no diré quién es, sí diré su pecado: incurría este señor en la ultracorrección, una costumbre muy poco sana. El ortógrafo José Martínez de Sousa la define así: «… deformación de una palabra por equivocado prurito de corrección o por analogía de unas voces con otras». Los ultracorrectos son esos que escriben barbaridades como líbido porque creen, en su ignorancia, que libido es un error. En fin…

Sousa también nos dice, en su Diccionario de usos y dudas del español actual (Ediciones Trea), que debemos evitar el anglicismo de emplear cualquiera y su forma apocopada con el sentido que a veces se da en inglés al adjetivo any. Así, no sería adecuado decir ‘Cualquiera que llegue tarde será castigado’ (el ejemplo es de Sousa), sino ‘Todo el que llegue tarde será castigado’.

Vayamos terminando. Decía al principio que cualquiera también se emplea como sustantivo: precedido de un o una, significa ‘persona de poca importancia o indigna de consideración’, según el Panhispánico. Aquí su plural no tiene nada que ver con el del adjetivo y se forma de manera más natural, añadiendo -s al final: ‘Pedro es un cualquiera’, ‘Pedro y Juan son unos cualquieras’. Nos advierten la RAE y el María Moliner que no es habitual el uso del femenino, pues también significa ‘mujer de conducta moral o sexual reprochable’ y ‘prostituta’.

Estas advertencias nos recuerdan que la lengua española sigue siendo muy machista, algo que podemos comprobar si buscamos hombre público en el diccionario. Según la RAE, se trata de aquel ‘que tiene presencia e influjo en la vida social’. Como todos sabemos –y así lo explica el María Moliner–, esta locución se usa especialmente para referirse a los políticos. Sin embargo, para los académicos una mujer pública no es una señora que se dedica a la política, sino una prostituta. Allá ellos y sus definiciones: con la que está cayendo en estos días en España, me parece menos digno ser un hombre público que una mujer pública. Y al decir mujer pública me estoy refiriendo a una cualquiera. A una puta, vamos.

Ramón Alemán

1 Estas son dos de las muchas acepciones que figuran en la última edición del diccionario académico. (Nota añadida en 2020).