La comunicación escrita a través de Internet y de los teléfonos móviles es un gran invento, pero la lengua española (y supongo que también otras) se ha visto sorprendida y apaleada por su culpa con el nacimiento de una suerte de nuevo código que, si bien podría estar algo justificado en el caso de los SMS y de Twitter –que imponen un número máximo de caracteres en cada mensaje–, no lo está en absoluto en los chats y otros sistemas de diálogo escrito, como Facebook y Skype, donde podemos copiar la Biblia entera si queremos. Afortunadamente, no todo el mundo ha sucumbido a la moda de abreviar por abreviar, y somos muchos los que preferimos escribir cosas como jajajá antes que emplear un emoticono con cara de risa. Pensándolo bien, ¿debería haber escrito jajajá o ja, ja, ja? Ahora lo veremos.
Para empezar, les diré que el follón que se ha montado con la manera de escribir en los nuevos sistemas de comunicación es motivo de preocupación para los guardianes de la lengua desde hace unos años. Así, la Real Academia Española ya anunció en 2008 que se estaba planteando elaborar una tabla de abreviaturas para SMS, aunque no sé si lo llegó a hacer. Por su parte, el Instituto Cervantes le dedica varias páginas a este asunto en El libro del español correcto (Espasa), recién salido del horno.
En esta obra nos dan recomendaciones sobre cómo escribir bien un correo electrónico y un sms, y también nos explican la mejor manera de comunicarnos en un chat, en Facebook y Twitter y a través de un blog. Nos dicen, entre otras cosas, que «a veces escribimos mensajes abreviados sin pensar que el mismo mensaje, sin abreviar, no sobrepasa el número de caracteres permitido», y nos ponen este ejemplo:
- Wapo, knd akb voy xa aya.
- Guapo, cuando acabe voy para allá.
La primera oración tiene 25 matrices (o sea, caracteres y espacios sumados), mientras que en la segunda hay apenas nueve más. Un ahorro injustificado y grosero… A esto yo añadiría que el SMS está siendo claramente derrotado por la aplicación WhatsApp, en la que no hay límite de caracteres, de tal manera que quien escribe mensajes como el primero del ejemplo anterior no tiene perdón de Dios.
En cuanto al chat, El libro del español correcto señala, acertadamente, que «es tan parecido a la conversación hablada que puede dar una idea aproximada de cómo somos y cómo nos expresamos, por eso trataremos de dar […] la imagen que querríamos dar en persona». Efectivamente, estoy convencido de que quienes aman la lengua han estado más de una vez tentados de tirar el ordenador por la ventana al ver las patadas que le dan a nuestro idioma algunos terroristas de la escritura. Por el contrario, la buena redacción ha abierto muchas puertas que conducen a la amistad cibernética.
Sobre el lenguaje en los chats dice este libro que en ocasiones puede ser necesario el uso de emoticonos, onomatopeyas, mayúsculas y duplicaciones de signos de exclamación y de interrogación, «pero no debemos abusar de ello o el mensaje quedará muy infantil o poco serio». Por lo que a mí respecta, prefiero escribir una risa que incluir uno de esos graciosos emoticonos, aunque también lo hago a veces. Y aquí llegamos a la pregunta que me hice más arriba: ¿cómo se escribe la onomatopeya de una carcajada?
De entrada, ¿qué es una onomatopeya? El ortógrafo José Martínez de Sousa la define, en su Manual de estilo de la lengua española (Ediciones Trea), como «una palabra o unidad léxica creada por imitación de un sonido natural». Puede funcionar como interjección (¡uf!) y también como sustantivo (tictac), y su escritura está más o menos regulada por la RAE en la Nueva gramática de la lengua española y en la Ortografía de la lengua española, ambas editadas por Espasa.
¿Qué dicen la Nueva gramática y la Ortografía? La primera nos aclara que en las onomatopeyas no es rara «la presencia ocasional de combinaciones consonánticas rechazadas por el español», así que no se extrañen si alguna vez leen cosas como ¡brrrum!, ¡bang! o ¡chsss!, grafías registradas por Sousa en el libro antes citado.
Por su parte, el manual ortográfico de la RAE señala que cuando las expresiones onomatopéyicas se emplean como sustantivos para designar un sonido o algún concepto relacionado con él, se recomienda la escritura en una sola palabra y con un máximo de tres sílabas: ‘Después de tanto jajajá no me quedó claro si me estaba hablando en serio’. Sin embargo, cuando pretendemos «reproducir, imitar o evocar el sonido real, lo más normal y recomendable es escribir cada elemento aislado y separado por comas». Por ejemplo: ‘No me lo repitas más, que ya te entendí, ja, ja, ja’.
También se escribiría separado, según la RAE, cuando el sonido se representa más de tres veces, aunque funcione como sustantivo: ‘Después de tanto ja, ja, ja, ja no me quedó claro si me estaba hablando en serio’. Además, la Academia considera admisible emplear guiones cuando reproducimos una sucesión continua de determinados sonidos, como el de una metralleta: ta-ta-ta-ta.
Pero como lo que se lee en la Ortografía son recomendaciones y nada más que eso, yo me permito la libertad de escribir jajajá y no ja, ja, ja –solo en contextos coloquiales, que conste– cuando quiero que mis amigos entiendan que me estoy riendo. Al optar por esa grafía, que no me parece un disparate, tengo que añadir una tilde, pero me quito de encima dos espacios y dos comas, lo cual para mí es importante aunque a ustedes les parezca cosa de risa.
Ramón Alemán
