El recopetín de la confusión: ‘inflingir’

Algunas parejas de palabras son tan parecidas entre sí que a veces las confundimos y usamos una donde tendríamos que haber empleado la otra. Es el caso de los verbos infringir e infligir, que ante nuestros ojos son casi gemelos, pero tienen significados diferentes. El despiste a cuenta de ese parecido incluso lleva a algún incauto a inventar verbos imposibles: ayer vi en el cine la segunda parte de Harry Potter y las Reliquias de la Muerte y me dolieron los oídos cuando escuché al mago Dumbledore (en realidad escuché al actor que dobla a Michael Gambon) pronunciar la palabra inflingir. Ahí la confusión fue extrema. Como dirían los cómicos de Muchachada nui, eso fue el recopetín.

Si hay algo que me fascina de los actores del programa de televisión Muchachada nui (hijo del mítico La hora chanante) es su capacidad para inventar palabras. Ellos aclaran que recopetín, muchachada, regomeyo, churretoso, chanante y otros términos que emplean con humor magistral no son de su invención, sino que los vienen escuchando desde niños en La Mancha, donde nacieron los dos jefes de esta pandilla de chiflados: Joaquín Reyes y Ernesto Sevilla. Efectivamente, las palabras muchachada, regomeyo y churretoso aparecen en el diccionario de la Real Academia Española, pero no se molesten en buscar chanante,1 porque no está. Tampoco encontrarán recopetín.

¿Qué será eso de recopetín? A mí me suena a copete, sustantivo que usamos para hablar de cosas que están arriba o que sobresalen, como ‘el colmo que tienen los vasos’ de bebidas heladas, según la definición de la RAE, y también me suena a copón. La Academia recoge la locución adverbial el copón y la considera equiparable a la expresión el colmo. El diccionario define la locución verbal ser algo el colmo de esta manera: ‘Haber llegado a tal punto que razonablemente no se puede superar’. Pues bien, si la intuición y el sentido del humor no me fallan, yo creo que cuando Joaquín Reyes dice que algo es «el recopetín» me está dando a entender que es el colmo, lo máximo, lo insuperable.

Y precisamente eso fue lo que le ocurrió al actor que puso voz en español a Dumbledore: su confusión (o la del traductor de los diálogos) llegó al colmo cuando se inventó –en este caso sin pretender ser gracioso– el verbo inflingir. Y lo peor de la historia es que ni siquiera fue original, pues el maestro Manuel Seco ya detectó hace años este error y lo incluyó en su Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española (Espasa).

De entrada, explica don Manuel la diferencia entre infringir –quebrantar una ley, una prohibición… – e infligir –causar un daño o imponer un castigo– (este verbo es el que debió emplear Dumbledore). Y a continuación hace el siguiente comentario: «Aparte del uso de un verbo por otro, no raro en los medios informativos, se presentan ocasionalmente formas híbridas, como inflingir, infrigir, utilizadas para cualquiera de los dos sentidos». Aclarado el asunto.

Si este artículo llega a manos –más bien a ojos– del actor que puso voz al mago, espero que no se enfade; todos cometemos errores (tal vez mis oídos se equivocaron…). Lo mejor en estos casos, además de aprender de ellos, es hacer lo mismo que Joaquín Reyes y sus amigos: tomarnos las cosas con mucho sentido del humor.

Ramón Alemán

1 El María Moliner (Gredos) registra la voz chanada, que considera cercana a engaño, chasco y burla; por su parte, el Diccionario del español actual (Aguilar), de Manuel Seco, recoge el verbo chanar: ‘Saber o entender [de algo]’, en lenguaje jergal. (Nota añadida en 2020).