Dicen que hace una eternidad todos los caminos conducían a Roma, pero lo que no nos contaron es que el trayecto inverso a veces era tortuoso y con escalas. Por ejemplo, hay palabras que viajaron de Roma a Madrid (y a Canarias y a toda América) pasando por Londres o Nueva York. Eso es lo que parece que hizo la locución currículum vítae, que, aunque proviene del latín, es un anglicismo que empezó a ponerse de moda en nuestro idioma durante el siglo pasado. Cuántos problemas da este latinajo y cuántos su plural… Como en tantos otros asuntos complicados, los guardianes de la lengua no terminan de ponerse de acuerdo sobre la manera de escribirlo.
Empecemos por el principio: currículum vítae es una locución latina que significa literalmente ‘carrera de la vida’, según el Diccionario panhispánico de dudas, de la Real Academia Española. La empleamos para hablar de la ‘relación de los títulos, honores, cargos, trabajos realizados, datos biográficos, etc., que califican a una persona’, de acuerdo con la definición de la RAE. Manuel Seco es más breve y la describe simplemente como ‘historial profesional’. Ustedes no me negarán que han dudado más de una vez a la hora de escribir estas palabrejas. ¿Llevan tildes? ¿Pongo o no pongo el vítae? ¿Sería preferible escribir currículo? ¿El plural de currículum es currícula o currículums? Sí, demasiadas preguntas… Bien, vamos a ir deshaciendo nudos.
Esta locución viene del latín, pero llegó hasta nosotros hace unas décadas a través de la palabra inglesa curriculum (sin tilde). En ese idioma su plural es curricula, una forma poco recomendable en español a pesar de que Seco da por bueno currícula vitae (él escribe la segunda palabra sin tilde) en su Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española (Espasa). De hecho, el plural de las locuciones latinas siempre es invariable (ojo, estamos hablando de más de una palabra, no de latinismos simples), con lo cual currículum vítae sirve tanto para el singular como para el plural. El segundo elemento se debe pronunciar [bíte] o [bítae], pero no [bitáe], aunque son miles las personas que lo hacen así.
De este invento de los romanos la Academia se sacó de la manga la palabra currículo, perfectamente adaptada al genio de la lengua española y con la que evitamos usar currículum –a secas, sin vítae–, que es otro anglicismo con el que nos referimos a un ‘plan de estudios’ y al ‘conjunto de estudios y prácticas destinadas a que el alumno desarrolle plenamente sus posibilidades’. Según la RAE, que la incorporó a su diccionario en 1984, también la podemos emplear como sinónima de currículum vítae.
José Martínez de Sousa señala, en su Diccionario de usos y dudas del español actual (Ediciones Trea), que con esta decisión de los académicos se solucionan los problemas que plantea el plural de la voz acabada en -m. El ortógrafo gallego rechaza los plurales currícula y currículums –este último lo considera «impronunciable»–, así como el invariable. Opina Sousa que la forma españolizada sirve para «expresar los tres significados» y añade que «el contexto aclarará si se trata de un plan de estudios, un conjunto de estudios y prácticas o bien el historial de una persona».
Otros, en cambio, no ven con malos ojos el plural con -s para palabras latinas acabadas en -m: tanto el Panhispánico como El libro del español correcto (Espasa) lo consideran válido, y esta última obra indica que esa forma «es la opción recomendada» frente al invariable. Ese plural, insisto, no se puede emplear cuando se trata de una locución, que está formada por varias palabras, pero sí vale para prácticums (que la RAE aún no recoge, pero sí lo hace la Fundación del Español Urgente), vademécums, ítems, réquiems…
Resumiendo, parece que lo más recomendable es emplear siempre currículo, como señalan Sousa y la Academia, incluso cuando nos referimos a un historial profesional, pero si preferimos usar currículum vítae, su plural es invariable y la palabra vítae lleva tilde, pese a lo que diga Seco. Y si a alguien le gusta más escribir solamente currículum para hablar de ese historial, debe recordar que su plural puede ser invariable o acabado en -s.
A la hora de optar por un tipo de letra para esta última palabra, yo elegiría la redonda –la misma que piden currículo y currículum vítae–, pues, aunque el diccionario de la RAE pasa olímpicamente de ella, sí está registrada en el de Seco y en el Diccionario de uso del español (Gredos), de María Moliner. Además, con esa tilde la podemos considerar igual de española que vademécum y réquiem, por citar solo dos.
Personalmente, y en contra del criterio académico y del maestro Sousa, soy partidario de seguir usando currículum –y no currículo– en ciertos casos. ¿Cuáles? Dice el María Moliner que «se aplica también figuradamente [como historial profesional] a otras actividades, por ejemplo a las de un delincuente». Ese «por ejemplo» me lleva a pensar que sirve para referirse al carrerón de otras personas, sean o no delincuentes. ¿O ustedes se imaginan a alguien diciendo ‘Tremendo currículo tiene Iñaki Urdangarín’? Queda cursi… Además, con tanta visita a los tribunales de justicia, el noble exbalonmanista, de destacado palmarés y actualmente yerno del rey Juan Carlos de Borbón, ya está acostumbrado a los latinajos.
Ramón Alemán
P. D.: aquí pueden escuchar a Paco Gimeno, personaje de la famosa serie española Siete vidas, hablando del currículum (y no del currículo) de su madre (El currículum de Sole). Y de regalo, una toma falsa de la misma escena (Toma falsa).
