Mayúsculas y minúsculas navideñas

Según la tradición cristiana, Jesús de Nazaret nació en un pueblo llamado Belén, situado en la actual Cisjordania. Aquel niño debió de armar un buen cirio cuando se hizo mayor, porque dos milenios después todavía nos acordamos de él y celebramos con fiestas bien dispares tanto su nacimiento como su muerte. Hoy nos detendremos en su nacimiento, o sea, en su natividad, o sea, en la Navidad. No hablaremos aquí de las incongruencias de la Iglesia a la hora de establecer su calendario de festividades –todos sabemos que la Navidad no es más que un retoque de la celebración pagana del solsticio de invierno, pero esa es otra historia–; simplemente trataremos de poner un poco de orden en el uso de las mayúsculas y minúsculas iniciales a la hora de escribir palabras que tienen que ver con estas fiestas.

Decíamos que Jesús nació en Belén, y también decíamos que cada año recordamos ese acontecimiento con unas fiestas a las que llamamos Navidad y en las que en cada casa se instalan adornos, luces de todos los colores y una representación, hecha con figuras y otros elementos, en la que aparecen los padres de la criatura, la propia criatura, los Reyes Magos y algunos animalillos. A esa representación la llamamos belén y, si se fijan, he escrito la palabra con minúscula inicial.

A diferencia del nombre de la ciudad cisjordana, que, como los de todas las ciudades, se escribe con mayúscula, aquí estamos hablando de un nombre común que empleamos para referirnos a esa representación del nacimiento de Jesús. Se escribe, por tanto, con minúscula inicial y tiene plural (belenes). Lo mismo ocurre con sus sinónimos: nacimiento, pesebre y portal. No obstante, usaremos Belén –con mayúscula– cuando escribamos portal de Belén. Es lógico, ¿no?

La palabra belén ha dado lugar, además, a expresiones coloquiales como meterse en un belén o meterse en belenes, que, según el Diccionario fraseológico documentado del español actual (Aguilar), de Manuel Seco, significa ‘meterse en un asunto complicado o desagradable’. El Diccionario de uso del español (Gredos), de María Moliner, dice que también se emplea esta voz para hablar de una ‘cosa o sitio en que hay mezcla de distintas cosas en desorden’. Tal vez de ahí provenga la expresión armarse el belén, aunque ahora mismo no sabría decirles si tan popular locución es consecuencia del éxito que tuvo en su día la película española Se armó el belén, una comedia coral de esas que dejaron huella.

Y ya que estamos metidos en este belén, vamos a hablar de otras palabrejas que tienen que ver con las fiestas navideñas. Del término Navidad, de su mayúscula o minúscula inicial y de su plural no diremos nada porque ya abordamos ese asunto en un artículo publicado en este blog el año pasado por estas fechas. Vamos con otros: Nochebuena y Nochevieja se escriben con mayúscula inicial y sus plurales son Nochebuenas y Nocheviejas. También se pueden escribir en dos palabras –Noche Buena y Noche Vieja–, pero casi nadie lo hace así.

También se escribe con mayúscula inicial Año Nuevo. Sin embargo, y para mi sorpresa, me encuentro con que el ortógrafo José Martínez de Sousa recomienda, en su Diccionario de uso de las mayúsculas y minúsculas (Ediciones Trea), escribir fin de año como lo acaban de ver ustedes –con minúsculas–. La cosa tiene su explicación si nos detenemos a leer la definición que da el autor: ‘Período que comprende los últimos días del año’. O sea, que para Sousa el fin de año no es solo el día 31 de diciembre, sino unos cuantos más.

Por último, el día de Reyes se escribe tal y como ustedes lo acaban de leer, según Sousa, puesto que la palabra día no forma parte de una «designación oficial», sino que responde «a la costumbre o al uso comercial». Otros ejemplos que pone el ortógrafo son el día de la Madre, el día de Navidad y el día de San Valentín.1 Se escribiría Día –con mayúscula– si se tratase de «una denominación oficial» (el Día Internacional contra la Pobreza) o de una fiesta religiosa.

Podría parecer que Sousa se contradice, pues tanto el día de Navidad como el de Reyes son en realidad fiestas religiosas, pero lo cierto es que yo tengo poco de beato y celebro ambas festividades, y lo mismo les pasará a muchos de ustedes.

Ramón Alemán

1 Esa es la razón por la que yo he escrito día de los Enamorados (con la palabra día en minúscula) en el artículo «Te quiere, porque te dibujó un corazón».