Ya he dicho en alguna ocasión que parece adecuado inventar palabras cuando, por más que buscamos, no encontramos una que nos venga bien para expresar con exactitud y brevedad lo que queremos decir. Hace ya un tiempo hablé aquí de turoperador y de archipelágico, que son dos términos muy útiles y necesarios en Canarias. Pero también he dicho que, en mi opinión, no tenemos por qué inventar una nueva palabra cuando nuestro idioma ya dispone de alguna que cumple a la perfección el mismo cometido que la recién llegada.
Pues bien, hay un palabro que me pone de los nervios y que se oye y se lee casi a diario: emprendeduría, un invento feo, difícil de pronunciar y absolutamente innecesario. ¿A qué técnico, economista, político o periodista se le ocurrió ese engendro? Sin duda, a uno que no se tomó la molestia de comprobar si esa palabra está en el diccionario de la Real Academia Española. No está. (Hay que decir, no obstante, que una palabra puede no estar en el diccionario académico y ser útil y válida si está bien formada).
En cambio, el diccionario de la RAE sí registra la voz emprendimiento. Es también una palabra nueva, pero parece estar mucho mejor construida que su competidora, pues los sustantivos que acaban en -duría suelen referirse a cargos y a lugares donde se ejercen esos cargos (procuraduría, proveeduría, teneduría…) y también a locales o establecimientos (freiduría, expendeduría…); sin embargo, los acabados en -miento suelen expresar acción y efecto.
Emprendimiento significa, según el diccionario, ‘acción y efecto de emprender’ y ‘cualidad de emprendedor’. Emprendedor es aquel ‘que emprende con resolución acciones o empresas innovadoras’. Y emprender significa ‘acometer y comenzar una obra, un negocio, un empeño, especialmente si encierran dificultad o peligro’. Y eso es precisamente lo que hacen los jóvenes y audaces empresarios que se lanzan a la aventura, convencidos –como tiene que ser– de que tendrán éxito. Por lo tanto, para hablar de la audacia y la valentía de esos jóvenes no hace falta usar la palabra emprendeduría, que para colmo se presenta a veces escrita de otra manera: emprendiduría.
Por eso hoy me llevé una alegría cuando escuché a un portavoz del Instituto Tecnológico de Canarias (ITC) emplear en varias ocasiones la palabra emprendimiento, un término que el ITC también usa en su página web. Ese instituto, gracias al cual se inventan tantas cosas en nuestras islas, ha optado por la cordura al rechazar, como probablemente también hace en su trabajo diario, un invento –la palabra emprendeduría– al que no le augura éxito alguno.
Ramón Alemán
